1. Reconocer, mediante resoluciones internacionales y leyes de cada país, la importancia, significación y trascendencia de soñar, como un recurso de carácter estratégico y base del desarrollo económico, social y cultural de la colectividad, precisando que sin la fantasía e imaginación la realidad no sería completa y es sólo con estos atributos que la vida llega a ser verdad.
2. Estipular que el sistema educativo debe propiciar la imaginación, que así como hay maestros de estética o lógica haya maestros de “fantástica”, incluso funcionarios que inciten a la imaginación, a fin de que a partir de los sueños las personas cobremos ánimos a favor de alcanzar lo ideal; se alcen y echen a flamear banderas y estandartes defendiendo la vida que es hermosa y no es justo desperdiciarla ni en falsos problemas ni en trivialidades.
3. Aprobar que los niños tienen derecho a zambullirse, con zapatos y todo, en los manantiales de la imaginación sin que nadie intente por ello reprenderle sino al contrario, echarse a volar junto a ellos hacia mundos distantes, distintos y hasta opuestos; otorgando prioridad a la fabricación de un artefacto sencillo: un par de alas –en vez de producir armas y material bélico– con las que todos podrán darse un par de vueltas por la realidad, reinventándola en sus sueños.
4. Tienen derecho –los niños y los seres humanos en general– a no ser sancionados si olvidan realizar cualquier actividad por contemplar el abrirse de una flor, desenroscarse una oruga, discurrir las aguas de un río, seguir paso a paso el lento caminar de un escarabajo. Que ante la felicidad de contemplar un arco iris, los campos de trigo en un plenilunio o el cielo tachonado de estrellas, se cierren los cuadernos y guarden las teorías.
5. Tienen derecho los niños a subir a lo más empinado de una torre y contemplar el milagro de la creación. Que se abran los lugares más altos de los edificios y desde allí se pueda avizorar e imaginar un mundo mejor. Que haya excursiones obligatorias a las cimas de las montañas a fin de arrobarse ante el vasto panorama estelar. Tienen derecho a conocer un castillo, un lago, una catarata; mojarse en la lluvia, moldear la arcilla y navegar en el mar.
6. Tienen derecho a ser valorados por la osadía de sus sueños y por dicho motivo enaltecidos, siendo identificados y reconocidos por ello. Después de la exposición de una teoría soñar, dejando a un lado la pregunta impertinente del profesor si ésta no alcanza el nivel de la ilusión. Que cuando alguien imagine todo se aquiete y camine de puntillas; que haya una alerta y consigna general para no interrumpir el portento de este hecho extraordinario.
7. Los niños tienen derecho y plena libertad de imaginar un mundo mejor, instalando el reino del bien, la belleza y el valor, que son atributos de la infancia. A instaurar la imaginación en el poder. Que ante el anhelo de transformar el mundo no se le replique que es imposible y descabellado intentarlo. Que en este y otros aspectos nosotros vayamos tras ellos.
8. Los niños tienen derecho a mirar la realidad con ojos de asombro y admiración. Ante ello no podemos ser críticos, ni descreídos o escépticos, sino asidos a su vuelo por el ámbito de la fantasía, subidos a aquellas naves, trocados en alas y viento, convertidos en todo lo que viaja y se eleva, siendo bienvenidas estas tres gracias: el trabajo gozoso, el honor de sentirse bellos y hermosos y la divina locura de amar lo creado.
9. Los niños tienen derecho a reconocer que sus brazos antes fueron alas, que con ellos pueden volar por el mundo en su proeza de ser amplios y vastos; que sus manos en el intento de crear rompan esquemas como tricen algunos objetos y artefactos. Que las manos son para moldear un mundo nuevo y los brazos para cobijar y proteger lo que es débil. Que manos y brazos son la perfección de las alas que llevamos dentro y es con ellos que hay que dar concreción a los sueños.
10. Los niños tienen derecho a sumergirse en el mundo del misterio, embrujo y sortilegio. Escuchar los tambores y timbales que resuenan en la tempestad, entrever la sirena que surge de las aguas envuelta entre lianas y algas; que en la noche estrellada somos dioses actuales y remotos, vigentes y atávicos; que la fantasía no es falsedad, que en nosotros reviven a cada instante y se hacen cotidianos los arcanos.
11. Tienen derecho a utilizar toda su paleta de colores para pintar cualquier asunto y cosa. Que en su visión las manzanas pueden ser azules y los tomates celestes. Que un gato puede tener estampado encima el arco iris, el sol un colibrí y los besos en las mejillas el color y el sabor del capulí. Pedirán sanciones para quienes todo lo pintan de un solo color, peor si es gris, siendo agravante mayor pintar aulas y colegios de colores opacos, mortecinos o lastimeros.
12. Tienen derecho a poner su oído en el hueco de un caracol y trasmitirnos en cualquier lenguaje la sabiduría del mar, de sus profundidades y sus inabarcables orillas. Que a partir de esas palabras se cambien conductas y disminuyan de precio los productos; derecho a sumergirse en el océano de la vida, en los secretos que expliquen las razones o sinrazones supremas de esta efímera existencia.
13. Tienen derecho a pasar de asombro en asombro, de maravilla en maravilla, de milagro en milagro. A comunicar descubrimientos inesperados, que el árbol de naranjas del patio convierte las pepitas de oro incrustadas en sus gajos en nuevos árboles, hecho que es un portento; a despertar en la humanidad el anhelo de hacer posibles las utopías pendientes; a darle vida a los seres y objetos que aparentemente no la tienen. A conversar con las nubes, a saber lo que piensan las piedras. A tener comentarios de los vínculos de amor existentes entre sol y la luna, tierra y cielo, cerro y colina que viven juntos.
14. Tienen derecho que ante sus preguntas las respuestas de los adultos sean de igual o mayor calidad en cuanto a ingenio, magia y poesía; que lanzados por ellos al mundo incógnito y misterioso –como es frecuente– también participemos en dicho juego. Que si nos preguntan respondamos con igual fascinación que tienen sus averiguaciones.
15. Derecho a que si creen en algo no se le desmienta ni corrija, ni se les desencante diciéndoles que eso es falso. A que todo ser se enmiende para ser bueno ante ellos, a fin de mirar el mundo con esperanza. Que su selección de fútbol gane siquiera un campeonato. Que se organicen festivales para dar lugar a que los que nunca han ganado por fin triunfen.
16. Tienen el derecho a que se le apoye en su convicción de que tienen los mejores padres del mundo y, verdaderamente, se los reconozca así en una actuación pública. Que su padre y madre sean coronados rey y reina siquiera una vez. Que su casa es su casa y no de la inmobiliaria que quiere desalojarlos. Que nadie diga que su país es feo y de ladrones; que se repita mil veces que no hay nada en el mundo más bello, bueno y hermoso que el lugar donde nació. Además, porque es verdad.
17. Tienen derecho a creer en su familia, en sus hermanos, en la caballerosidad de sus vecinos, en el pundonor de sus gobernantes, porque lo contrario significará dejar de creer y eso es triste. Los mayores tenemos el deber de luchar porque la realidad no los desmienta. A pedir que las personas de su alrededor sonrían como ellos lo hacen. Que triunfen los seres con los cuales ellos se identifican. Pedir el cambio de un maestro por no sonreír, por vestir de luto, por hablar de catástrofes.
18. Tienen el derecho universal a la alegría, a celebrar la vida y mirar cada una de sus manifestaciones con arrobamiento. A caminar libremente por playas, colinas, valles y desiertos; a sacarle el jugo a los amaneceres y crepúsculos. A la danza libre y gloriosa en la adoración a la luna, al sol, al arco iris. A que su mirada transparente sea respondida con otra mirada transparente.
19. Todo niño tiene derecho a que su sonrisa sea respondida con otra sonrisa, de oreja a oreja de parte de un adulto. Se le pondrá una multa muy fuerte a la persona mayor que no responda con la misma emoción. Al maestro se le suspenderá con un día de trabajo si incurriera en este agravio. Y si un individuo de edad avanzada responde malamente a la sonrisa de un niño se notificará al servicio de Serenazgo del Distrito privándosele de libertad durante todo un santo día
20. Tienen derecho el niño a iniciar un viaje en busca de la clave que explique el misterio del universo; a dejarlo todo con dicho propósito, porque puede ser que este asunto irresoluto ellos lo resuelvan. A dejarse guiar por un chispazo, por un latido, por una corazonada. A ser atraídos por lo ignoto, porque finalmente eso somos: encantamientos, misterio, conjuros, adivinanzas y prodigios en la noche.
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