Cuentos infantiles: Cuento para tomar conciencia del valor de escuchar a los demás y entender la emoción de la tristeza.
En un lugar cerca y lejos de todos los lugares, en un lindo establo vivía el más hermoso caballo que se puedan imaginar. Su pelo brillante era admirado por todos, sus largas patas y sus grandes ojos encantaban a todo el que por allí pasaba. Ocurría que este caballo al que llamaban Chirifú, era además el más rápido de todos, podía correr tan veloz como un relámpago y ganaba todas las carreras. Y además era noble y bueno, dejaba que la gente se le acercará y que los pequeños le acariciarán.
En seguida, el caballo Chirifú, se hizo conocido en toda la comarca y en los alrededores. Muchas eran las personas del lugar y de los lugares cercanos y lejanos que acudían al establo a visitar al caballo. Todos le querían acariciar, todos le observan fascinados y alababan sus buenas cualidades. Los niños y niñas le daban terrones de azúcar, los ancianos le traían regalos, todos le adoraban y admiraban. Grandes multitudes de gente se podían observar cada mañana en las puertas del establo, que acudían a contemplar al caballo campeón.
Pero el caballo estaba triste, todos le querían, todos venían a verle, le hablaban, acariciaban, y le daban terrones de azúcar y regalos, pero nadie le escuchaba.
Chirifú tenía muchos amigos, todos los que le visitaban eran sus amigos, pero ninguna de esas personas le escuchaba. El caballo quería contarles cómo le había ido el día, quería decirles cómo se encontraba cansado después de las carreras, comentarles que se ponía nervioso antes de comenzar las competiciones, pero ninguno se paraba a escucharle. Eran tantas las personas que querían verle, que para que pudieran pasar unos minutos con Chirifú, tenían que pasar solo unos instantes con él.
Cada día el caballo Chirifú, el gran campeón, estaba más triste y tampoco podía contarle a nadie que estaba triste, porque nadie le escuchaba. Empezó a perder peso, porque cada vez comía menos, cada día le costaba más ganar las carreras y su hermoso pelo perdía poco a poco su brillo característico. Nadie observo tampoco, estos pequeños cambios en Chirifú, porque seguía siendo muy veloz, tanto como un relámpago y seguía siendo un hermoso animal.
Pero una mañana antes de la competición Chirifú, sintió que no tenía fuerzas para correr, intento decírselo a su jinete, que era uno de sus mejores amigos, pero éste tampoco le escuchó. Y ocurrió que a mitad de la carrera Chirifú, el gran campeón, se desplomo y cayó al suelo. En el público se escucho una gran ovación, todos querían mucho al caballo Chirifú.
Rápidamente llevaron al campeón Chirifú al hospital, por suerte en pocos días estaba recuperado, aunque necesitaba descanso dijo el doctor.
Su jinete, que era uno de sus mejores amigos, fue el primero en visitar a Chirifú,
-Si estabas triste y cansado Chirifú, me lo tenía que haber dicho- le dijo el jinete.
-Lo intente, pero no me escuchaban –respondió Chirifú
-Lo siento mucho Chirifú, si te hubiera escuchado ahora no estarías aquí, a partir de ahora te voy a preguntar y escuchar todos los días. Para que me cuentes todo lo que tengas que decir.
Y ocurrió entonces que las personas que tanto le querían y admiraban fueron a verle, y todos le preguntaban cómo estaba y se quedaban callados escuchándole. Todos pudieron entender que tenían que escuchar a su amigo, si le hubieran escuchado antes no se habría puesto enfermo.
A los pocos días Chirifú volvió a su bonita cuadra, en aquel lugar cerca y lejos de todos los lugares y enseguida recuperó su hermosura y su energía, porque todos los días hablaba con su amigo el jinete y porque las personas que le visitaban le escuchaban, lo primero que hacían ahora era preguntarle que tal estaba.
Así Chirifú siguió siendo durante muchos el gran campeón que era, y se convirtió en un caballo que además de hermoso y rápido era muy feliz.
1 comentarios:
What a shitty story
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