Había una vez y esto es verdad y mentira no es, un león miedoso. Tenía miedo de la oscuridad, le asustaban los ruidos extraños, temía a los fantasmas, y se asustaba también de otros animales.
El león vivía en su territorio, un amplio terreno de la selva. Allí era el rey, como lo son todos los leones. Y le era fácil en su reino no tener miedo. No tenía miedo porque conocía a todos los animales. Reconocía los ruidos ya que siempre los había escuchado y ninguno le parecía extraño. Y cuando oscurecía rápidamente se refugiaba en su guarida donde también estaba a salvo de los fantasmas.
Pero no podía salir de su territorio, cuando intentaba salir de su reino se atemorizaba con todas aquellas cosas que le daban miedo. Y como esto le ocurría no podía conocer otros reinos, saber cómo eran otros animales ni tampoco escuchar nuevos ruidos.
Otros animales amigos suyos salían del reino y le contaban fascinantes historias sobre las cosas que había fuera de su territorio. Cuando escuchaba las historias quería salir fuera y conocer esas cosas maravillosas, verlas con sus propios ojos y escucharlas con sus oídos.
Así un día hizo llamar a los animales más poderosos y a su consejero el pequeño mono, quería salir del reino y pensó que acompañado por ellos no tendría miedo. Llamo al tigre, a la pantera, al oso, y al pequeño mono.
Salieron los cinco amigos de viaje, el león estaba tranquilo porque iba acompañado de los animales más fuertes y de su consejero el pequeño mono. De este modo salió del reino sin demasiado miedo. Y conoció lugares fascinantes.
Pero ocurrió que durante el camino el tigre se puso enfermo y tuvo que regresar a casa, la pantera tuvo que marchar, y el oso comenzó su invernación y no pudieron despertarle. Tenían que regresar al reino, pero el león se puso nervioso.
- Ya no puedo volver a casa solo contigo – le dijo al mono- tengo miedo de lo que nos encontremos.
Y el mono tranquilo, le respondió
- Tenias miedo antes porque no conocías lo que te ibas a encontrar, pero eres el rey de la selva y has hecho este viaje tú solo, los demás solo te hemos acompañado. Ahora ya sabes que lo que no conoces puede ser fascinante, que no debes temer lo que desconoces, sino aprender de ello.
El león, rey de la selva, pensó en las palabras del mono y entendió que tenía razón, y fue de esta manera como acompañado por el pequeño mono regreso a su reino, disfrutando de las cosas que se encontraba en el camino y sin miedo a descubrir las cosas nuevas.
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