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Cuento infantil: El gato del Rey

lunes, 14 de octubre de 2013

gato extraño 300x277 Cuento infantil: El gato del ReyCuento infantil para aprender a no juzgar a los demás por las apariencias y la importancia de ser generosos y ayudar a los otros.
Una mañana de invierno cuando aún hacía mucho frío y el sol apenas había salido,  apareció y nadie sabía de dónde había venido, un sucio y flaco gato caminando por las calles del pueblo. Comenzaban las gentes sus tareas diarias, los niños y niñas iban al colegio, las persianas se levantaban y las puertas se abrían.
Hacía mucho frío aquel día de invierno, el gato sucio y flaco paso puerta por puerta por todo el pueblo buscando quien le pudiera dar algo caliente para comer y tal vez algo de cobijo. Pero al ver el aspecto tan destartalado y desastroso del gato, uno a uno los habitantes del pueblo le echaban de sus puertas casi a patadas.
-Vete de aquí sucio gato, no tenemos nada para ti.
El gato cada vez con menos fuerzas continuaba su camino sin decir nada. En las afueras del pueblo se encontró el gato con una casita, la más pequeña de todas, la menos bonita, ya que tenia las pareces estropeadas y la vieja puerta sucia. Un agradable olor a comida caliente salía de aquella casita. Y el gato llamo a la puerta, a los pocos minutos apareció una dulce señora.
-Pobre gatito, ¿qué te ha pasado?, tienes que tener hambre y frío. Aquí no tenemos casi nada, somos muy pobres, pero un sitio caliente y algo de comida podemos darte, pasa gatito.
La señora alimentó al gato con un caldo caliente, le dio un baño esponjoso, y le preparo un sitio para dormir. El gato pasó varios días en la casa de la señora, con ella y su pobre pero amable familia. Cuando recupero las fuerzas una mañana, el gato se acerco a la señora y le dijo:
-Muchas gracias amable señora por su ayuda, nadie me quiso dar ni comida ni casa por mi desaliñado aspecto, ahora tengo que marchar a mi hogar, pero volveré y le devolveré el favor que me ha hecho.
Y de esta forma el gato desapareció otra mañana de invierno, cuando aún hacía mucho frío y el sol apenas había salido.
Pasaron varios años y ya nadie en el pueblo se acordaba de aquel destartalado, sucio y flaco gato.
Y de nuevo otra mañana de invierno, cuando aún hacía mucho frío y el sol apenas había salido, a lo lejos en la entrada del pueblo, nadie sabía de donde había venido, se podía distinguir una bonita carroza, era la carroza real.
Las gentes del lugar no se lo podían creer, el rey estaba en su pueblo. Despacito recorrió todas las calles y en las afueras justo delante de una pequeña casita la más pequeña y la menos bonita, la carroza del rey se detuvo.
El rey descendió de su carroza y justo detrás de él un hermoso y lustroso gato gris con grandes ojos verdes. Nadie reconoció a aquel gato, ya que años antes, ninguno de los habitantes se había fijado en su mirada, solo pudieron ver el desastroso aspecto que presentaba. El rey llamo a la puerta y una dulce señora le recibió asombrada. La señora enseguida reconoció al gato
-Gatito, estas aquí, que lustroso y hermoso te veo, cuanto me alegro.
El rey les agradeció a la señora y a su familia que hubieran cuidado de su gato años antes, cuando por un descuido se perdió durante uno de sus viajes. Como agradecimiento les arreglo la casita y les compenso con una gran bolsa de monedas de oro.
La dulce señora se puso muy contenta, y abrazo al gato. Desde entonces la señora y su familia dejaron de ser pobres y vivieron en una bonita casita.

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