En el bosque de los árboles azules vivían muchos animales y eran todos ellos muy amigos. A los animales del bosque de los árboles azules les gustaba mucho jugar y divertirse y un día, todos ellos decidieron hacer una competición.
La competición consistía en pasar una serie de pruebas, había que cruzar el río, esquivar obstáculos, pasar los arbustos con espinas, subir al gran árbol azul coger uno de sus frutos azules y llegar a la meta lo antes posible con este fruto conseguido.
Todos estaban muy animados por participar. La liebre, el lobo, el gato, la ardilla, el caballo, y estuvieron varios días entrenando para el gran día de la competición.
Y llego el gran día, los demás animales habían decorado el recorrido y la línea de meta. Todos los participantes se colocaron en la zona de salida para repasar el recorrido y las reglas de la carrera. Y allí estaban el caballo, la liebre, el lobo, el gato y la ardilla y fue entonces cuando entre ellos vieron al pequeño ratón.
-¿Tú qué haces aquí?-le pregunto el caballo- la competición va a comenzar y los participantes tenemos que repasar las reglas, si quieres ver la carrera colócate con los demás animales.
-Pero yo también voy a participar en la carrera- dijo el pequeño ratón- tengo que repasar también el recorrido y las reglas.
Todos los participantes le miraron sorprendidos. Pensaban que era demasiado pequeño y menos rápido que ellos y que le sería imposible ganar la competición y así se lo dijeron al ratoncito. A lo que éste les respondió:
-No sé si voy a ganar o no, pero yo quiero divertirme con ustedes.
Los participantes dejaron que el ratoncito formará parte de la competición, aunque pensaban que no iba a poder ni siquiera llegar a la meta.
Y la competición comenzó. Cuando tuvieron que cruzar el rio, el caballo cabalgó con sus largas patas, haciendo un gran esfuerzo con la corriente, el lobo, la liebre y la ardilla se pusieron a nadar con mucha energía. Y el ratoncito como pesaba poco se subió en una hoja que flotaba y pudo aprovechar el viento y llegar al otro lado con facilidad.
Los participantes se sorprendieron, pero también pensaron que cuando tuviera que correr le alcanzarían. Y con gran asombro por todos, el ratoncito comenzó a correr a gran velocidad aunque sus patitas eran más pequeñas, pudo esquivar los obstáculos sin problema porque pasaba por debajo de ellos y con los arbustos hizo lo mismo.
Así llego antes que ninguno de ellos al gran árbol azul, trepo rápidamente por el tronco del árbol y con sus dientecitos le fue fácil separar uno de sus frutos azules y llevarlo agarrado en la boca.
Bajaba del árbol cuando la liebre agotada llegaba y no podía agarrase bien al tronco. El caballo también estaba allí pero no podía subir e intentaba empujar las ramas para hacer caer un fruto. La ardilla y el gato seguían intentando saltar los arbustos, el lobo esquivaba obstáculos.
De esta forma el ratoncito llego para gran sorpresa de todos el primero a la meta con el fruto azul. Los demás participantes y animales que observaban la competición de felicitaron e hicieron una gran fiesta para celebrarlo.
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