Cuento para enseñar a los niños y niñas la importancia de la alegría y de la tristeza.
Hace ya algún tiempo, en un bonito y mágico reino conocido como el Reino del corazón, situado en un lugar muy lejos de cualquier otro y a la vez muy cerca de todas partes, situado en el interior de todos, vivían dos lindas princesas, cuyos nombres eran Alegría y Tristeza.
Alegría y Tristeza eran hermanas mellizas, ambas muy parecidas, casi idénticas pero completamente diferentes en su forma de vestir y de actuar. Alegría vestía de lindos colores, siempre reía y solía hacer cosas alocadas, no le gustaba pensar y se guiaba por sus impulsos, tampoco temía hacer cosas diferentes.
Tristeza, en cambio vestía con colores oscuros y poco llamativos, apenas sonreía y a veces lloraba en silencio. No le gustaba llamar la atención, solía pensar y reflexionar sobre lo que le sucedía. Tristeza apenas salía, pasaba su tiempo descansando, leyendo y pensando en sus cosas. Alegría siempre quería salir a la calle, le encantaba jugar, estar con gente y hacer bromas.
Las dos lindas princesas reinaban en el reino del corazón, se alternaban en su gobierno. Dependiendo del día, a veces, gobernaba una de ellas, a veces la otra. El reinado de cada una podía durar días, semanas o simplemente unas horas. Ocurría algo muy curioso, cuando en el Reino del corazón había sol, aunque fuera de este reino estuviese lloviendo, era Alegría quien reinaba. Si por el contrario en el reino del corazón llovía, incluso con un sol radiante afuera, Alegría no sabía qué hacer, desaparecía y en esos momentos era Tristeza quien dirigía el Reino del corazón.
Cuando reinaba Alegría, todo el Reino del corazón se llenaba de color y de risas, siempre había juegos, y todo era muy divertido. Sin embargo, cuando reinaba Tristeza ocurría lo contrario, nadie salía con la lluvia, todos se quedaban en casa, solos, tristes y pensativos.
Todos los habitantes del reino preferían el reinado de Alegría, y así se lo hicieron saber a las dos princesas. Las dos princesas discutieron muy acaloradas y Alegría le pidió a Tristeza que dejase de reinar y de llenar de pena el Reino del corazón. Muy apenada Tristeza acepto la decisión y se refugió en lo más hondo del reino, en los pequeños y oscuros recovecos del reino.
Pasaron los días, la decisión del reinado de Alegría resulto ser todo un acierto, o al menos eso parecía. En el Reino del corazón, todos reían, siempre se divertían, todo estaba lleno de color. Sin embargo, algunos días llovía. Al principio no eran muchos los días lluviosos, y aunque no les gustase mucho, guiados por el reinado de Alegría todos los habitantes estaban obligados a salir de casa, a jugar, divertirse y reírse. De este modo descubrieron que divertirse bajo la lluvia no estaba tan mal.
Pero la lluvia se hizo más intensa y también el frío. Un tremendo invierno se instaló en el reino del corazón. La princesa Alegría y todos los habitantes del reino, salieron a reír y a jugar. Alegría les decía: “Pasaremos frío y nos mojaremos pero siempre estaremos felices”.
El duro invierno, era disimulado porque todos jugaban fuera y reían como si estuviesen en primavera. Y así a media que fueron pasando los días, poco a poco fueron enfermando todos y cada uno de los habitantes. Con gran esfuerzo Alegría tenía que salir sola, hasta que ella también enfermó. Aquejados de grandes fiebres todos los habitantes del Reino del corazón dejaron sus calles vacías. Y al llegar de nuevo el sol y el calor, al aparecer la primavera no pudieron salir.
Algunos de ellos se recuperaron, pero el Reino del corazón no tenía reina. Alegría estaba muy enferma y no podía salir de casa. Estaban todos estaban muy asustados, pues el reino era un caos sin princesa capaz de gobernarlo. Entonces, Alegría se acordó de su hermana Tristeza y pudo comprender que a veces es necesario estar en casa, protegerse del frío, descansar para poder pasar del frío al calor. Alegría mandó llamar a su hermana Tristeza.
No fue fácil encontrarla, ni mucho menos convencerla para hacerla salir de su escondite. Pero cuando vio el desastre que se vivía en el Reino del corazón, sin gobierno ninguno, supo que tenía que salir. Y fue así como Tristeza gobernó durante unos días de sol, cuando su hermana Alegría estaba enferma. Fue así como Tristeza ayudo a recuperarse a su hermana y fue de este modo como Tristeza contribuyo a devolver la alegría al Reino del corazón.
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