Es frecuente que, después de haber conseguido que los niños terminen de leer un libro -o de haberlo leído juntos-, damos por cumplido el objetivo de la lectura. Sin embargo, el acto socializador de lo que leemos es tan importante como la lectura misma. Leer un libro suele invitar a la conversacióny, tanto padres como mediadores, quieren tener buenas charlas con los niños. Conversar con los niños sobre sus lecturas es como encender una linterna en medio de una cueva: "¿Has visto esto? ... Mira hacia allá... a ver qué encontramos por aquí..."
Una buena conversación comienza con una buena pregunta. Una buena pregunta te lleva a algún lugar en tu pensamiento. Muchas veces los niños están más interesados en dar una respuesta rápida que en pensar sobre la pregunta. Así que preguntas del tipo: ¿Qué te ha llamado la atención? o ¿Qué piensas de esto? son caminos que invitan a la exploración más que a la respuesta.
Busca puntos de interés de los niños. Muchos libros tienen más de un tema, así que seguramente podrás encontrar algún asunto personal para compartir con los niños.
Dirige tus preguntas a dar sentido a la historia. Muchos niños necesitan entender la historia antes de entender el significado de la misma. Algunas preguntas pueden ir destinadas a revisar los puntos principales de la trama. Los niños que comprenden mejor las historias se convierten en lectores con más confianza, y esta seguridad les va a proporcionar un mayor placer en sus futuras lecturas.
Reformula las preguntas. Si ves que los niños no responden porque no han entendido la pregunta, ayúdales. Puedes usar diferentes palabras, o ayudar con adjetivos. ¿Cómo te parece que es Matilda? ¿Es valiente, independiente, curiosa, tímida, generosa? Una parte importante de la conversación va dirigida a desarrollar la habilidad de usar palabras para expresarse y facilitar a los niños un mayor dominio sobre el lenguaje.
Haz conexiones personales con la historia. ¿Qué hubieras hecho tú si te hubiera pasado lo mismo que al protagonista? Estas conexiones les ayudan a relacionar las historias con sus vidas. Conversar es menos hablar sobre las figuras o el contenido del libro que sobre su significado.
Ten paciencia. No se hace uno buen conversador de la noche a la mañana. Aprende a tener paciencia para dejar que los niños encuentren su manera de expresarse, sin ahogarles con comentarios o preguntas. Si intervienes mucho, al final serás tú únicamente la persona que comente los libros.
Escucha. Da tiempo a los niños para contestar. Si lanzas una pregunta, espera a que ellos tengan tiempo para pensarla y responder. Pregunta, haz un pequeño comentario y espera. Muéstrales a los niños que sabes escuchar y que son escuchados. Es importante para tener una buena conversación.
Todas las respuestas son buenas. Conversar es contrastar puntos de vista, escuchar opiniones diferentes, e intercambiar diferencias. En este sentido, todas las respuestas son buenas y deben ser tenidas en cuenta. Recuerda que una buena conversación no trata de las respuestas sino de las preguntas.
Da tus propias opiniones. Una conversación no es tanto hablar sobre lo que sabes del libro, como sobre lo que piensas. Concentra tus comentarios en este aspecto para tener más profundidad y para que los niños se sitúen a un mismo nivel que tú.
Dirige la conversación. No te conformes con respuestas obvias: los niños tienen la costumbre escolar de tratar de responder lo más rápido posible. Una conversación es un paseo, no una carrera. Ayúdales a desarrollar un espíritu original y crítico.
No te vayas por las ramas. A veces las conversaciones derivan a temas que no tienen nada que ver con el libro. Trata de controlar esto con algunas preguntas que os lleven de nuevo al camino.
Una conversación no tiene fin. No busques llegar a ningún punto concreto, aparte de hablar sobre una historia.Termina cuando os apetezca, cuando termine la clase, cuando llegue la hora de cenar, o cuando el tema se agote.
0 comentarios:
Publicar un comentario