PINTURA RENACENTISTA: Es una de las obras maestras de Botticelli y está realizada en pintura al temple sobre tabla.
Fue una pieza encargada por Lorenzo de Pierfrancesco familiar de Lorenzo el Magnífico para su palacio florentino. Es una pintura basada en los preceptos humanistas y neoplatónicos marcada por esa atmósfera de irrealidad que irradia el conjunto de las figuras mitolológicas del cuadro. Es una representación pagana de un tema claramente religioso con toques alegóricos.
El lienzo es de tamaño monumental, con figuras de medida natural compaginado todo ello con un detallismo exacerbado. La mayor parte de las figuras están inspiradas en la escultura antigua pero pasadas por el tamiz formal del pintor. Son estilizadas, delgadas e idealizadas, cuyos cuerpos parecen artificiosamente estirados y que presagian el estilo elegante y cortés del manierismo del siglo XVI. Éstas destacan por su color de piel en contraposición al fondo paisajista lleno de naranjos o mandarinas, frutas asociadas a la familia Médici.
Parece ser que la fuente literaria de esta compleja iconografía son los "Fastos" de Ovidio. Parece ser que la ninfa Cloris, a la que gustaba exhalar el olor de las flores, cautivó al dios del viento Céfiro, quien la siguió y la tomó por esposa a la fuerza. Arrepintiéndose dicho dios por su actitud, la transformó en Flora regalándole un hermoso jardín donde la primavera reinaría siempre. A la izquierda aparece Mercurio, dios mensajero y a su lado la Tres Gracias danzando. El centro de la escena esta ocupado por Venus, diosa del amor sobre cuya cabeza se sitúa Cupido. A la derecha vemos como una segunda escena presidida en primer término por la Primavera esparciendo sus flores por la tierra mientras Flora, desnuda y cubierta por un ropaje transparente, es perseguida por Céfiro.
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