- Todo niño, sin distinción de raza, idioma o
religión tiene derecho a escuchar los más hermosos cuentos de la tradición
oral de los pueblos, especialmente aquellos que estimulen su imaginación y
su capacidad crítica.
- Todo niño tiene pleno derecho a exigir que
sus padres les cuenten cuentos a cualquier hora del día. Aquellos padres
que sean sorprendidos negándose a contar un cuento a un niño, no sólo
incurren en un grave delito de omisión culposa, sino que se están
autocondenando a que sus hijos jamás les vuelvan a pedir otro cuento.
- Todo niño que por una u otra razón no tenga a
nadie que le cuente cuentos, tiene absoluto derecho a pedir al adulto de
su preferencia que se los cuente, siempre y cuando éste demuestre que lo
hace con amor y ternura, que es como se cuentan los cuentos.
- Todo niño goza a plenitud del derecho de
conocer las fábulas, los mitos y las leyendas de la tradición oral de su
país.
- El niño también tiene derecho a inventar y
contar sus propios cuentos, así como a modificar los ya existentes,
creando su propia versión.
- El niño tiene derecho a exigir cuentos
nuevos. Los adultos están en la obligación de nutrirse permanentemente de
nuevos e imaginativos relatos, propios o no, con o sin reyes, largos o
cortos. Lo único es que éstos sean hermosos e interesantes.
- El niño siempre tiene derecho a pedir otro
cuento y a pedir que le cuenten un millón de veces el mismo cuento.
(Fragmento)
Fuente:
José García Guerrero. La biblioteca escolar, un recurso imprescindible.
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