Cuento infantil para aprender a ser responsables con los propios actos y a reflexionar antes de actuar.
Alvarito siempre estaba haciendo travesuras, era un niño muy bueno, pero también muy inquieto. Le gustaba hacer experimentos y éstos no siempre salían bien.
Un día estaba jugando, haciendo pompas de jabón, quería hacer una gran pompa, y probó varias veces, hasta que consiguió hacer una gran, enorme pompa de jabón. Pero la pompa que se hizo desde su boca, desde donde soplaba a través de un arito, le rodeo por completo. Tenía una gran pompa de jabón y él estaba dentro de ella.
Al principio le pareció algo muy divertido, estar dentro de una pompa de jabón. Podía saltar y flotar, podía rodar por toda la casa. Jugando así, estuvo un buen rato y desordeno la habitación. Después de un rato jugando, intentó salir de la pompa de jabón, pero no podía salir de la misma. Estaba dentro de la pompa, pero era imposible salir de ella.
Había hecho una pompa tan grande y tan perfecta que no había forma de pincharla y salir de ella. Lo intentó y lo intentó varias veces, pero nada parecía servirle para salir de la gran pompa de jabón. Con todos los intentos desordeno aún mucho más la habitación. Alvarito empezaba a asustarse, ¿tendría que quedarse dentro de la pompa de jabón para siempre? Lo que en un principio le había parecido divertido y una buena idea ahora se había convertido en un problema.
Su madre llevaba un rato llamándole, pero Alvarito al ver el problema en el que se había metido y al observar cómo había dejado la habitación, temía el regaño de su madre. “Se me va a caer el pelo” pensaba “esta vez me van a reta mucho”. Rápidamente pensó en esconderse, tenía que encontrar un buen sitio para que no le vieran. Miro a su alrededor, no era fácil esconderse estando dentro de una gran pompa de jabón, tenía que buscar un sitio grande.
Miró a su alrededor, el único sitio que le pareció apropiado para esconderse era encima del armario. Cogió impulso, haciendo girar la enorme pompa de jabón y dio un gran salto, con el que casi, casi llega a lo alto del armario. Al saltar, la pompa de jabón golpeo contra la esquina del armario, reboto, choco contra la pared y cayó al suelo. Un enorme golpe se pudo escuchar, al caer había tirado al suelo todo lo que había encima de la mesa. La habitación estaba mucho más desordenada aún.
Su madre al escuchar el gran golpe, fue corriendo a la habitación. Se encontró un gran desorden y a Alvarito en el suelo. Por suerte la pompa de jabón, gracias al gran golpe se había pinchado y Alvarito ya no estaba atrapado dentro de la misma.
-¿Pero qué ha pasado aquí?-le pregunto su madre- ¿Estas bien, te has hecho daño?
Alvarito le contó a su mamá lo que le había pasado con la pompa de jabón, como había empezado jugando, haciendo algo divertido y al final se había convertido en un problema.
Su mamá le explico que antes de hacer la pompa tenía que haber pensado en lo que le podía pasar. Y que ante el problema, si se lo hubiera dicho a ella podían haber pinchado la pompa con un alfiler sin desordenarlo todo.
-Está bien que juegues y te diviertas, pero tienes que tener cuidado y después de jugar tienes que recoger todo este desorden.
Desde entonces Alvarito, que seguía siendo un niño muy inquieto, antes de jugar pensaba la mejor forma de hacerlo. Volvió a hacer más pompas de jabón, pero siempre cogía un alfiler para poder pincharla. Y siempre recogía después lo que desordenaba.
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