Cuento infantil para trabajar la importancia de dejarse ayudar y de curar la tristeza.
Cuenta una antigua leyenda que allí en los bosques del norte vivía un lobo herido. Por todos es sabido que los bosques del norte son un lugar frio, oscuro e inhóspito para vivir, pero un lobo vivía allí. Pocos eran los que podían decir que habían visto al lobo, ya que raramente se dejaba ver, sin embargo lo que sí habían podido apreciar todos, eran sus aullidos. Cada noche la presencia del lobo en los bosques del norte se hacía incuestionable, cada noche se escuchaban sus tristes y tenebrosos aullidos llenando el silencio de la luna. Parecía un llanto largo y triste, muy triste, una queja apagada y repetida cada noche, una queja gritada en el silencio cuando nadie debía escuchar.
Cuenta una antigua leyenda que el lobo se escondía de día y de noche aullaba. Todos pensaban que era un lobo malo y peligroso, que era un animal salvaje que aullaba para avisarles de sus nada buenas intenciones y de este modo lograba mantenerlos a todos alejados de los bosques del norte, sobre todo por las noches.
Una mañana de invierno llegó al pueblo montado en su caballo un viajero que venía desde un lejano país. Todos salían a la calle y se asomaban a las ventanas para ver sus curiosas vestimentas. Algunos se mostraban recelosos por el desconocido, otros admirados pero todos intrigados. El viajero fue atendido por las autoridades y, después de comprobar que no era peligroso, se organizaron varios festejos en su honor y así todos pudieron verle y escuchar las historias de sus viajes. Una noche mientras se celebraba una cena se escucharon los tenebrosos aullidos del lobo despertando la atención del viajero.
-¿Qué es ese sonido?-preguntó sin obtener respuesta a la primera.
Los habitantes del pueblo contaron al viajero la historia del lobo que de día se escondía y de noche aullaba. El viajero enseguida se sintió intrigado y quiso adentrarse en los bosques del norte para ver a aquella criatura tan especial. Todos le advirtieron de que no lo hiciera, pero las advertencias fueron inútiles y el viajero se adentró en el bosque.
Pasaron varios días al principio todo parecía igual cada noche se escuchaban los aullidos del lobo. Después vinieron un par de noches con los aullidos más tenebrosos que por allí recordaban y luego dejaron de escucharse los aullidos que rompían el silencio de la noche. Y justo cuando los habitantes temían lo peor y creían que ya no volverían a ver al viajero, éste apareció acompañado del lobo. Los habitantes del pueblo no daban crédito a lo que veían y permanecían recelosos, pero enseguida pudieron comprobar que el lobo era una criatura inofensiva.
El viajero les contó entonces la historia del lobo: “El lobo no era un lobo malo, no pretendía asustar a nadie, simplemente era un lobo herido. Su cuerpo estaba lleno de heridas, por las mañanas se escondía por temor a sufrir nuevas heridas y lamía las que ya tenía. Al llegar la noche el dolor se hacía más intenso y el lobo, aunque lo intentaba, no podía reprimir sus aullidos de dolor, pero no pretendía asustar a nadie, ni siquiera sabía que lo podían escuchar. El lobo estaba solo y con sus aullidos alejaba más a la gente y nadie le curaba las heridas. Cuando el viajero se adentró en el bosque el lobo le rehuía, finalmente se acostumbró a él, pero no quería dejar que éste lo curase. Después de varios días el viajero se ganó la confianza del lobo y cuando curo sus heridas, éstas dolieron más que nunca y por eso aquellos aullidos más terribles. Después de ser curadas, poco a poco el lobo se fue sintiendo mejor y pudo dejar atrás los oscuros bosques del norte”.
0 comentarios:
Publicar un comentario