Hace 200 millones de años, todas las tierras emergidas del mundo estaban unidas en un solo bloque continental, que hoy llamamos Pangea. Desde entonces, diversas masas han ido separándose debido a los movimientos de las placas tectónicas presentes en la corteza terrestre hasta formar los continentes actuales.
Si no hubiera sido así, las condiciones del planeta y sus habitantes serían muy diferentes. Esa única gigantesca masa continental en rotación estaría situada en la zona del ecuador, por lo que las temperaturas serían altas todo el año, y los mamíferos no habrían evolucionado de forma tan dominante.
Habría fuertes tormentas, vientos huracanados y olas de más de 30 metros de altura. La vegetación y la mayoría de la fauna se concentrarían en el litoral, mientras que en el árido interior, donde la variación térmica oscilaría entre 60 °C de día y -30 °C de noche, predominarían insectos, reptiles y anfibios, animales poiquilotermos capaces de regular su temperatura corporal.
En el océano, a medida que el agua se alejara de la costa bajaría la temperatura, por lo que los icebergs serían muy abundantes en el polo, lo que aumentaría la salinidad y dificultaría el desarrollo de la vida. Habría menos diversidad biológica, puesto que el aislamiento aceleró la evolución en lugares como Madagascar o las islas Galápagos, donde muchas especies son exclusivas.
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