El hecho de que durante el ciclo de 11 años que vive el Sol se amplifiquen o debiliten las tormentas solares que pueden llegar a la atmósfera de la Tierra se debe a que nuestra estrella pasa por un tipo de variabilidad estacional, según se desprende del último estudio llevado a cabo por un equipo de investigadores del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica (EE.UU.) que recoge la revista Nature Communications.
Actualmente nos encontramos en el Ciclo Solar 24, que comenzó oficialmente el 8 de enero de 2008 y hasta ahora se desconocía por qué crecía y menguaba su actividad dentro del mismo ciclo hasta que culmina en el “máximo solar” cada 11 años aproximadamente.
Lo cierto es que el Sol pasa por dos variaciones, como dos estaciones, impulsadas por unas bandas de fuertes campos magnéticos en cada hemisferio solar. Examinando la influencia de las bandas magnéticas en varios ciclos interrelacionados de magnetismo solar descubrieron dos bandas paralelas superpuestas de polaridad magnética opuesta que se mueven lentamente a lo largo de un período de casi 22 años desde los hemisferios hacia el ecuador del Sol.
“Al comprender mejor cómo se forman estas bandas de actividad en el Sol y que causan inestabilidades por temporadas, tenemos el potencial de mejorar en gran medida las previsiones de los fenómenos meteorológicos del espacio”, explica Scott McIntosh, líder del estudio.
El trabajo plantea que las bandas superpuestas son alimentadas por la rotación interna de Sol; así, a medida que las bandas se mueven dentro de los hemisferios, la actividad se eleva a un máximo en un período que dura unos 11 meses y luego comienza a disminuir. Esta variación podría equipararse en la Tierra como el paso de una estación lluviosa a una seca (como en las zonas ecuatoriales y tropicales).
Este descubrimiento ha sido posible gracias a los datos de varios satélites de la NASA así como de observatorios terrestres que recogen información diaria sobre la estructura del Sol y la naturaleza de las erupciones solares y de las eyecciones de masa coronal.
Ayudará, entre otras cosas, a obtener mejores predicciones de tormentas geomagnéticas masivas en la atmósfera exterior de la Tierra que a veces interrumpen las operaciones de satélites, comunicaciones, redes eléctricas y otras tecnologías.
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