El perfume característico de flores, como por ejemplo la lavanda, es provocado por los llamados compuestos orgánicos volátiles (COV), que son productos químicos que proporcionan a cada especie su propio olor. Sin embargo, lo que no sabíamos es que ese aroma “propio” en realidad no es tan propio.
Según un nuevo estudio del Centro de Investigaciones Ecológicas y Aplicaciones Forestales (CREAF), en colaboración con la Universidad Autónoma de Barcelona, las flores huelen a algo más que a flores. Su perfume no se lo dan solo este apéndice vegetal de muchas plantas, sino también los microorganismos, bacterias y hongos que las recubren.
En los experimentos llevados a cabo en la investigación, se pulverizaron las flores del saúco con diversos antibióticos. Pues bien, en las plantas tratadas con antibióticos el contenido floral interno de compuestos volátiles y la respiración se mostraron estables, lo que implica que los antibióticos no causan daños ni estrés en las plantas.
Sin embargo, sí disminuyeron drásticamente la cantidad de compuestos aromáticos emitidos por las flores, que proporcionan el olor, en los casos en que se roció con antibiótico. Además, los antibióticos también modificaron los tipos de compuestos que emitía la flor. El resultado es que el bouquet de las flores de saúco era completamente distinto hasta siete días después de ser pulverizadas con dichos productos.
Con los antibióticos, los saúcos seguían teniendo flores sanas pero no olían a saúco. Y es que los antibióticos no afectaron a la planta, pero habían eliminado los microorganismos y hongos que viven en las flores. Se demuestra así el papel clave de hongos y bacterias en los olores y perfumes de las flores, según Josep Peñuelas, líder del estudio.
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