"Un ritmo frenético". Así describen los astrónomos de la Agencia Espacial Europea (ESA) la actividad de una galaxia muy lejana recién identificada que fabricaba estrellas a un ritmo 2.000 veces superior al de la Vía Láctea cuando el Universo tenía menos de mil millones de años. El simple hecho de su existencia, descubierta gracias al observatorio espacial Herschel, desafía las teorías actuales sobre la evolución de las galaxias.
La extrema distancia a la que se encuentra la galaxia, conocida como HFLS3, implica que su luz tuvo que viajar durante 13.000 millones de años antes de alcanzar los detectores de Herschel. Por este motivo, el aspecto que presenta en estas imágenes es cómo era en la infancia del Universo, apenas 880 millones de años después del Big Bang, cuando el universo tenía el 6.5% de su edad actual. A pesar de su corta edad, HFLS3 ya tenía una masa equivalente a la de la Vía Láctea actual, unas 140.000 millones de veces la masa de nuestro Sol, en forma de estrellas o materia para formar nuevas estrellas. En la actualidad, 13.000 millones de años más tarde, debería haberse convertido en una de las galaxias más grandes del Universo local. Y este hecho la convierte en todo un enigma, dado que según las teorías actuales sobre la evolución de las galaxias, cuerpos tan grandes como HFLS3 no se podrían haber formado hasta mucho más tarde.
Durante el estudio HerMES, Herschel detectó decenas de miles de galaxias masivas en las que se estaban formando nuevas estrellas. A Dave Clements, del Imperial College de Londres, y al resto autores de este estudio les llamó la atención HFLS3 porque "era muy brillante y muy roja, comparada con otros objetos similares". El que la galaxia sea muy roja en este contexto significa que brilla con intensidad en las longitudes de onda del infrarrojo y eso, debido al efecto de corrimiento al rojo en nuestro Universo en expansión, implica una distancia extrema.
Observaciones posteriores con una serie de telescopios en tierra confirmaron que HFLS3 era la galaxia más lejana de su clase jamás detectada, observada apenas 880 millones de años después del Big Bang, con un corrimiento al rojo del 6.34. Y, además, resultó que HFLS3 estaba produciendo tantas estrellas que es lo que se conoce como un "brote estelar máximo": toda la galaxia presenta actividad, hasta el punto en el que la intensa radiación de las estrellas más jóvenes barre de la galaxia el material del que se están alimentando. En el Universo actual ya no existen entornos como éste. "Los brotes estelares tan precoces como el de HFLS3 produjeron los elementos pesados a partir de los que se formarían las generaciones posteriores de estrellas y galaxias, y gran parte de la materia que conocemos hoy en día”, explican los astrónomos.
Los astrónomos piensan que fenómenos como este eran extremadamente inusuales incluso en la infancia del universo. El simple hecho de que existiese un objeto como HFLS3 tan pronto en la historia del cosmos desafía las teorías actuales sobre la formación de las primeras galaxias, según las que los objetos de este tamaño no podrían haber aparecido hasta mucho más tarde.
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