Selene la diosa de la Luna, era la hermana de Helios el dios del Sol. Cuando Helios abandonaba el firmamento ella, salía de las aguas del Océano que rodeaba la tierra y recorría el cielo en su carro de plata.
Selene tuvo una bonita historia de amor con el mortal Endimión, quien era un pastor de Caria. Nieto de Zeus, había ocupado el trono de Elida, pero al ser destronado se refugió en el monte Larmos y se dedicó al campo y a los astros. El joven Endimión pasaba las noches fascinado con la luna, se enamoró de ella, la única que le acompañaba en sus solitarias noches, cuando la contemplaba en lo alto del firmamento y quedaba dormido, sumiso en un dulce letargo soñando con su amada, la luna.
Selene desconocía el profundo amor que inspiraba en el pastor. Una noche bajo a la tierra y encontró al joven dormido en el monte, atraída por una fuerza extraña se acercó a él y se tumbó a su lado sin despertarle, enamorándose de él. Desde entonces cada noche le visitaba cuando éste dormía, y se colocaba con mucho cuidado a su lado para no despertarlo. De este modo durante muchos años se amaron así, sin conocer que el otro también les amaba, ella despierta y el dormido, el observándola y ella en el cielo.
Hasta que una noche, el joven Endimión se despertó y encontró a la diosa, a su amada a su lado. Al mirarse a los ojos quedaron fascinados. Y se confesaron ambos su amor con gran felicidad, por tenerse cerca, por estar mirándose y por ser correspondidos.
Endimión le pidió a Selene que le concediera la juventud eterna, para poder acompañarla y amarla siempre. Ella le pidió a Zeus el deseo.
Zeus concedió lo siguiente, Endimión mantendría la juventud mientras durmiese, solo envejecería durante la vigilia. Los amantes comprendieron que para poder estar juntos eternamente Endimión debía dormir. Así Endimión le pidió a Selene, que le acompañase mientras estuviese dormido, sumido en un sueño profundo, de este modo podrían amarse como habían hecho durante años y él despertaría feliz.
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